Mitos arcaicos basados en el sexo reflejan las pasiones ocultas de un
inconsciente inamovible a lo largo de la historia de la humanidad. La
sexualidad antigua representa la lucha entre lo cotidiano y lo divino, la
preocupación por la muerte y por la continuidad de la vida en nuestro entorno.
Existe un fenómeno de representación erótica explosiva en el mundo grecorromano
apreciable en la decoración de los objetos de uso cotidiano, que transmite una
profunda cultura artística y social. Para analizar el significado de esta
iconografía es necesario filtrar el carácter represivo de influencias
culturales posteriores a las que estamos sujetos. En este artículo se estudian
los orígenes y el significado de estas representaciones. La sexualidad romana
se sitúa generalmente en un entorno doméstico, sujeta a fuertes cánones
morales. Príapo, invocador de la fertilidad y protector de las cosechas, de la
enfermedad, del robo y del mal tiempo, fue una de las deidades más populares.
Este culto recopila las creencias asociadas a seres itifálicos, desde época
celta a época prehistórica. Numerosos objetos decorados revelan que el
simbolismo fálico ocupaba un papel importante en la religión y en la
superstición, relacionado con los cultos de fertilidad y la búsqueda de la
fortuna y felicidad. En el mundo griego los ritos orgiásticos de sexo ritual
formaban parte de cultos primitivos invocadores de la fertilidad, relacionados
con el culto hierogámico a Ishtar en la antigua Mesopotamia o a Hator en
Egipto, y la homosexualidad y el sexo lascivo reflejaban una forma de entender
el sexo humano totalmente desligada del aspecto reproductivo y del orden
social.
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